“Los muertos sepultaron a los vivos”. La mañana del 5 de octubre de 1999 fue la última para cientos de personas en la colonia La Aurora de Teziutlán. ya que el panteón municipal se desbordó sepultando a familias enteras.
Ese día la depresión tropical número 11 pegó a 81 municipios del estado. Su fuerza ocasionó la pérdida de cientos de vidas humanas y daños materiales por 2 mil 300 millones de pesos.
Las muertes se registraron en Venustiano Carranza, Xicotepec, Huauchinango, Chiconcuautla, Zacatán, Chignahuapan, Teziutlán, Tetela de Ocampo, Zacapoaxtla y Tlatlauquitepec, según registros periodísticos de la época.
Fue Teziutlán y su colonia La Aurora a donde se dirigió la atención de todo el país. Solamente en ese sitio perdieron la vida más de 200 personas, de acuerdo con el Centro Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred).
El presidente mexicano, Ernesto Zedillo, calificó la situación como «la mayor tragedia de la década», en la que más de 240 mil personas se vieron afectadas.
Hasta hoy son muy pocas las personas que vivieron la tragedia y siguen habitando dicha colonia, han preferido buscar vivienda en otro lugar para no recordar lo que ocurrió; o bien, viven en Lomas de Ayotzingo, que es una de las colonias en donde el Gobierno reubicó a los que perdieron su techo.
– TESTIMONIOS
Para muchas personas es difícil hablar del tema, mencionan que es doloroso y prefieren olvidarlo, pero otros aprovechan estos días para recordar a sus seres queridos y los honran recordando su vida
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Carolina Pedroza Guzmán era muy joven cuando ocurrió el desborde, tenía una bebé de 10 meses y recuerda que no paró de llover por 72 horas, aunque les mencionaron a las autoridades que se estaba deslavando el panteón y corrían peligro de que se cayera, nadie hizo nada al respecto.
Se escuchó un tronido muy fuerte y se sintió como si hubiera temblado, sólo vio como un alud de lodo sepultaba todo a su alrededor y parecía como una avalancha de nieve negra. El desplazamiento fue tan rápido que no pudieron hacer nada para detenerlo.
Su ahora yerno, Jairo Peralta Ortega, tenía 2 meses de nacido cuando pasó el infortunio y su madre murió ahogada por el lodo, él fue uno de los bebés sobrevivientes y tuvo que ser criado por su abuela. Aunque era un recién nacido y no recuerda nada de ese día, prefirió no hablar porque es un tema sensible.
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Hipólita Herrera, “Pola” como le dicen sus seres queridos, ya no vive en La Aurora, pero lo visita frecuentemente porque ahí siguen sus amigos. El día del deslave, estaba fuera de su casa, le avisaron que tenía que regresar porque había ocurrido un derrumbe y cuando llegó, su hogar ya no existía.
El recordar ese día hace que se ponga a llorar, la llena de sentimientos encontrados, pues perdió a 16 familiares políticos y a muchos amigos, tenía más de 20 años viviendo en este espacio antes de que ocurriera el accidente.
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José Luis Leal es otro de los vecinos que vivió la devastación, aceptó que fue irresponsabilidad del humano y no fue un accidente por culpa del mal clima, ya que la mayoría de los muertos se asentaron en un lugar peligroso, las autoridades lo permitieron y cuando pidieron apoyo para que no pasara un accidente fueron ignorados.
Relató que ese día llovió tan fuerte que regresaron a varios empleados de sus trabajos para poder resguardarse en sus casas, “nadie sabía que iban a llegar a morirse en sus inmuebles”.
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Jorge Carmona vive a unos metros de donde fue el derrumbe, se considera como uno de los afortunados ya que a su familia y a su casa no les pasó nada. Han pasado 22 años y sigue recordando que el panteón tenía una fuga de agua por más de 15 años, y con las lluvias, se debilitó el suelo.
El señor Carmona, se entristece al recordar lo que vio, tuvo que sacar de la tierra a sus conocidos, a niños que tragaron lodo hasta morir; pero también reconoció la calidad humana, debido a que llegaron a apoyar muchas personas del estado, del interior del país y hasta extranjeros.
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Un alud le quitó a 16 familiares
David Tomás Acosta salió de su casa en la colonia La Aurora para comprar comida en el mercado de Teziutlán.
Nunca más volvió a ver con vida a su mujer, seis hijos, cuatro nietos, su yerno y el hermano de su nuera, incluso a sus compadres quienes estaban de visita.
Su esposa le pidió que fuera a comprar las tortillas y dos pollos para hacer la comida. “Todos estamos aquí, los hijos no trabajan”, le dijo.
“Pero Dios me detuvo en el camino” y fue entonces que se tardó en volver a casa porque encontró a unas amistades y después a sus vecinos.
“Iba llegando a la esquina de la casa, cuando truena el cielo y cae una nube muy grande en la orilla del panteón y en 15 segundos se acabó todo. Se derrumbó toda la parte de arriba, arrasando todas las casas empezando por arriba; y entonces yo les gritaba a mi familia: ¡sálganse, sálganse!, pero imposible mi voz contra los truenos, contra todas las casas que venían cayendo, griterío, rapidísimo que fue todo”.
Al caer el alud de tierra, recuerda que lo golpeó una piedra. “Me aventó al lado, como pude me levanté y grite ¡sálganse, sálganse!, pero ya no había nada. Olía feo, se escuchaban lamentos, un silencio y después la reacción es comenzar a buscar”.
Cuando esto sucedió “veíamos brazos entre los escombros y los que quedamos con vida, empezamos a meternos para sacar a nuestros familiares”.
“Me metí por donde estaba mi casa y vi una criaturita, la levanté con las manos y la limpiaba con la ropa enlodada. ¡Está vivo, está vivo! y lo tomaron otras personas, salvamos a vecinos, pero de los míos ninguno con vida”.
Cuando se hizo la reconstrucción fue reubicado en la colonia Lomas de Ayotzingo, que se creó para las familias damnificadas.
Hoy 5 de Octubre de 2021 se lleva a cabo en la Colonia Lomas de Ayotzingo de esta ciudad el homenaje a las victimas de estos fatidicos hechos. Autoridades locales realizarán una guardia de honor y colocarán una ofrenda floral en el monumento que fue construido en nombre de quienes perdieron la vida la mañana de aquel 5 de octubre.
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